He quedado sorprendido con la madurez de las estrategias de narración de La cita y otras ausencias (Ornitorrinco Editores, 2009). Creo que existe una distancia con los cuentos anteriores de Gavidia, y no sólo hay una voz propia (poética, precisa y cruel) sino también un tema que unifica todo el conjunto. Cuánta desolación y amor extraviado. El sujeto siempre es derrotado por el mundo y por sí mismo, aunque encuentre en el camino la razón que haría felices a otros (la mujer esperando en el café, la mujer que se le entrega luego del vino, el encuentro con la mujer de antaño y la visita al hotel, etc.).
Lo que me ha interesado es el despliegue de recursos narrativos muy precisos, como el estilo circular (terminar por el comienzo, o al revés), el flash back que ilumina y explica la conducta del personaje (como la del hombre que deja esperando a la mujer que bebía café, para engolosinarse luego sólo con los colgajos de su aroma y sus recuerdos), y una mirada del mundo cara a Ribeyro, y que, parece, Gavidia comparte: la soledad y la derrota, la visión de un mundo en crisis espiritual, el destino desolado para cualquiera que se anime a enfrentarse al mundo o, siquiera, a tentar la felicidad. Una mirada desencantada del mundo que logra, finalmente, una sensación de solidez narrativa de todo el conjunto del libro.
Gracias a Ángel Gavidia por permitirnos este reencuentro con la buena literatura.
Lo que me ha interesado es el despliegue de recursos narrativos muy precisos, como el estilo circular (terminar por el comienzo, o al revés), el flash back que ilumina y explica la conducta del personaje (como la del hombre que deja esperando a la mujer que bebía café, para engolosinarse luego sólo con los colgajos de su aroma y sus recuerdos), y una mirada del mundo cara a Ribeyro, y que, parece, Gavidia comparte: la soledad y la derrota, la visión de un mundo en crisis espiritual, el destino desolado para cualquiera que se anime a enfrentarse al mundo o, siquiera, a tentar la felicidad. Una mirada desencantada del mundo que logra, finalmente, una sensación de solidez narrativa de todo el conjunto del libro.
Gracias a Ángel Gavidia por permitirnos este reencuentro con la buena literatura.
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