jueves, 26 de agosto de 2010

Teoría sobre el cuento brevísimo. Por Armando Arteaga

Un cuento de mini-ficción debería ser tan exacto como una ecuación matemática, mejor, algo más exacto, una formula dramática que comprime una ley física desarrollada de ciertos acontecimientos humanos, un suceso inesperado, o un postulado geométrico bello, o un teorema de la realidad abordada, contar algo interesante siempre –tiene que ser- verosímil.

A propósito de un cuento de Armando Arteaga

Cortísimo suceso
Una mujer vestida de negro entra a una farmacia y le exige al farmacéutico:

-Por favor, quiero comprar arsénico-
El arsénico es tóxico y letal. El farmacéutico quiere saber más cosas antes de proporcionarle la sustancia.
- ¿Y para qué quiere la señora comprar arsénico?
- Para matar a mi marido.
- ¡Ah, caramba! Lamentablemente para ese fin no puedo vendérselo.
La mujer sin decir palabra abre la cartera y saca una fotografía de su marido abrazado desnudo en una cama con la mujer del farmacéutico.
- ¡Mil disculpas! -dice el farmacéutico-. Atender por favor a la señora, no sabía que usted tenía receta.

De
BREVES, BREVÍSIMOS. ANTOLOGÍA DE LA MINIFICCIÓN PERUANA. Lima, Ediciones el Santo Oficio, 2006, 133 pgs.

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