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sábado, 3 de septiembre de 2011

Demolición de los reinos (Grupo Literario Signos – Lambayeque), por Raúl Heraud. Libro de José Abad, Cromwell Castillo, César Boyd y Ronald Calle

Demolición de los reinos del grupo literario signos de la región Lambayeque (Sol negro, 2011), hace su aparición en esta gélida Lima gracias a uno de sus integrantes (César Boyd Brenis) para seguir diciéndonos que la buena poesía no solo es exclusividad y privilegio de la capital, sino, por el contrario, se da a conocer con más frecuencia fuera de sus límites; en esta segunda entrega encontramos a los poetas con mucha más madurez, y más irreverentes que de costumbre; a continuación una breve aproximación a su poesía:


Los últimos días de Caín de José Abad Ascurra (Jaén – Cajamarca – 1979), transitan los linderos del malditismo, el poeta vive al límite dentro de una ciudad caótica, huyendo de sí mismo; un halito Paneriano rondan los textos que devanean entre la renuncia al ser y el deleite nihilista, la belleza dentro de estas páginas se encuentra en el abismo, en la declarada confrontación filosófica entre el hombre y dios, en el abandonarse en este cementerio pos moderno hasta despertar y saberse vivo dentro de una tumba sin nombre.

9
Miro en el espejo mi rostro envejecido por la lengua
áspera del tiempo. Mis ojos gastados, mis pupilas
opacas donde danza la sombra. Miro mi frente
surcada de recuerdos inclementes, mi cabello
encanecido, mi cuerpo inútil y arrugado, mis costillas
sedientas de tierra y de cemento. Miro mis manos
torpes, mis uñas carcomidas, roídas hasta sangrar en
noches blancas. Miro mis piernas que apenas me sostienen,
Y mi ombligo exangüe donde habita la
lujuria. Miro estas paredes donde envejecen arañas
que tejen las memorias de los muertos que no
vuelven. Miro con pavor, con ternura, a este hombre
que no sabe que mira con ternura, sus últimos días de
Caín, su último vuelo de insecto, de pequeño mortal
Inmortalizado por el hallazgo fatal de vivir, por la
burla de Dios que me mira con desprecio, y que no
sabe que también lo odio y lo desprecio con la
compasión del hombre que se va, mientras el Dios, el
siempre Dios, se queda solo en esta tierra de muertos.


¿Donde acaso es camino? de Cromwell Castillo Cabrejos (Motupe – Lambayeque – 1981), nos sugiere que la vida es un devenir constante y la poesía un veneno mortal, insalvable trampa de la que jamás se podrá liberar quien la escribe, el poeta cede ante la tentación irresistible del cuerpo, la inmortalidad para él tiene rostro de mujer pero también lo tienen la desesperación y la desesperanza, los poemas son vistos aquí desde la otra orilla, (a lo Juan Ojeda) desde el otro yo trastornado con la contemplación de quien ve que nada tiene, de quien sabe que lo ha perdido casi todo.

Pre – texto nuevo
Antes de que el gallo hubiera cantado
Tres veces, Pedro ya lo había matado.
Su conciencia limpia ayudó a Judas a
no colgarse. Jesús no fue crucificado;
aun juega a los dados con los
hombres que alguna vez decidieron
dejar de pecar.

Imagino lo soberbio que debe haber
sido escribir un testamento nuevo.


Abandono del hastío de Ronald Calle Córdova (San Ignacio – Cajamarca – 1982), construye su universo poético alrededor de paradigmas humanos como el amor, visto de manera enfermiza, dios, como simple creación cultural, la locura como salvación, como un arte al que no hay que renunciar jamás, la poesía se vuelve dentro de estas páginas para Ronald en la contemplación del absurdo, la vida en la acumulación de fracasos arrojados a la piel, pergeñados desde los ojos incendiados del poeta.

VII
Dios, al no encontrar el Edén,
al poeta dijo:
no sé lo que he creado.
Luego,
lloró con él.


VIII
Dios es un ser extraordinario.
Siendo creado por el hombre,
Se proclamó mi creador.


Persistencia del alarido de César Boyd Brenis (Ferreñafe – Lambayeque – 1981), hurga en el poema como buscándose a sí mismo, buscando el significado de la condición humana, la belleza es para él observar como el mundo sucumbe en una tarde cualquiera, los poemas son puertas abiertas por donde se deslizan toda clase de emociones, de miedos, de deseos, por ellos transitan la madre, Narciso, los sueños, el psicoanálisis freudiano; los textos aparecen como una moderna terapéutica de la vida cotidiana.

Mito diluido
En la otra orilla del rio está la verdad,
Narciso,
y te quedaste a la mitad de ti.
Tu idolatría estuvo en el agua
como una discreta inquisición: ahí
no había verdad y sólo tú te admirabas
en tus trampas del ser,
Para que tus ojos soportaran tanta realidad,
tanto pedazo de agua
convertido en ti.

sábado, 25 de septiembre de 2010

Poemas de Mario Morquencho en CIUDADELIRIO (Sol Negro Editores, 2010). Y Otros poemas

De CIUDADELIRIO (2010)

La ciudad
La celda con escaleras negras
clavadas bajo el cielo gris.
Yo aún voy por la primera escala
por el peldaño oscuro que multiplica
escalón por escalón.
Llegar al último piso es sorprender al abismo
con la boca abierta:
…………………………¡Hambrienta!
Enmudecer viendo la puerta cerrada
que no da tregua
da ganas de dejar volar palabras-murciélago
de mi lengua.
Y lidiar con el humo
con la ciudad
con el cielo preñado de sótanos
donde jugamos
a vivir

Altas columnas
Altas columnas.

Cerros de incertidumbre.
Humo:
Predador de colores.

Sublimación de cuervos en el aire
toxina homicida pudriéndole el corazón a la esperanza.
Paisaje atroz a grises
decadencia en carne viva sobre piel muerta,
carroñero pensamiento en la altas columnas, altísimas
-¿Allá hay flores?-
No. Sólo hay barrotes.
No me preguntes cuántos

¡Sólo barrotes!
Innumerables:

donde yacen clavadas las manos de los ojos
de todos los hombres.

Herirnos
Herirnos como un cometa que flagela al cielo,
como nos gusta, como debe de ser,
de mañana, tarde, noche,
a cada rato y sin parar,
sin importar dónde ni cómo,
herirnos profundo.
Crearnos abismos unos a otros,
abismos que acepten
nuestros cantos, nuestros gritos,
abismos que engendren todos los ecos
de la vida, de la muerte.
Herirnos de insaciable, de delirios,
de océanos inquietos,
de niebla voraz sobre la costa
……………….y que no baste
Sangrar desde la ranura de la puerta
hasta el despegue de nuestros ojos,
sangrar y que todo salpique,
sangrar todos por todo lado,
tú del mío, yo del tuyo,
él del lado del otro que la mira a ella
…………………porque sangra de él.
…………………SIN RESPIRAR
Herirnos
bajando
escalones
a cada rato,
C
A
Y
E
N
D
O
en un tumulto
de gente que se pregunta
lo mismo que tú, mientras la herida
sigue creciendo, mutando, mutando mundano,
pústula, gangrena, amputación, muletas, silla de ruedas,
rastro de un arrastrado en el paraíso que dibujan los niños cerca
del precipicio donde pululan canciones del río
que nadie escucha por falta de tiempo, arte,
o quién sabe qué, o por qué la tinta se
acaba o la inspiración o la locura,
pero la sangre
la sangre
nun
ca

Otros poemas de Morquencho

Árbol
¡Cómo te extraña el gato de tres patas!
encaramarse ahora hacia el cielo le es imposible
desde el columpio vislumbro la tristeza
lamiéndose la cuarta pata fantasma
cuando los sonidos de la madrugada
sobre el techo sincronizan con los de la cocina
que mi madre habita
la fresca sombra se ha marchitado
junto a las escapadas a medianoche de mis sueños
el verano es más perverso
y cómo extraña el plácido ocaso recorrer con sus dedos
tus radiantes marrones impares

cómo te extraña la suave agonía del día
sobre la fila de hormigas negras
cómo extrañan ver por la ventana
los óleos de la primavera en tus curvaturas
en la madera palpitante
en los pies que nunca se cansaron de sostener la vida
en la lluvia que con la boca abierta recibiste
agradeciendo con las extremidades verdes extendidas

¡Todos te extrañan tanto!
también el otoño que se puso a deshojar
espurios lirios que ornamentan la sala
supuse que siempre quisiste comunicarte
enviándoles hojitas amarillas
como cartas con faroles encendidos
que viajaron y se perdieron en la incertidumbre
de los analfabetos verdes artificiales

ese deseo te llevó
a desquebrajar la acera y la pared
el ansia desde el subsuelo con el ejército de bichos
hasta la corona de aves y ruiseñor voz
valieron la pena de muerte
VALEROSO
épico desde la raíz de los gusanos
hasta la savia incontrolable derramada en el jardín

y tu cuerpo que ya no es árbol
lo extrañan tanto las llamaradas de una
……………………………casa pobre
los habitantes de esa casa pobre
……………………………sentados
……………frotándose las manos
mirando ese hirsuto témpano de
……………………………ser

Debió ser en la penumbra
Debió ser en la penumbra
acostado sobre piedras gordas
un sueño dentro de otro sueño
es apenas la luna o hábitos de droga
surgiendo como luz de mujerzuela
al abrir de par a par su puerta

debió ser el baile de mujeres inciertas
que miraban al cielo mientras su piel muerta
fornicaba con las migas del suelo

debió ser donde se extraviaron los caminos y las horas
que resguardaban celosamente las maletas
debió ser la penumbra de un perro
que de tanta sed no orina
la basura que deambula en madrugada de crochet locura

debió ser que fornicábamos con las paredes
los árboles y el viento
soñando dentro de otro sueño
deben ser así los ojos de la gata
sobre el gato desgarrado

debió ser el delirio de una bruja en llamas
la sección en que hemos muerto y los demás lloraban
el despertar de sueños fantasmas
muchas veces sin sentido:
……anoche fui una roca lanzada al mar
……con dos deslices en forzoso aterrizaje
……al fondo era un coral
……un cáncer esparcido como sangre arrocada
……destinado a ser un sórdido desastre

¡marchita noche que nos acoge!
se manifiesta incandescente
como rasguño azul de una frase
que citan los muertos desde sus escaleras rotas

solo en la penumbra y sueños
cuántas veces puedes saberte en sueños
sin sentirte un camaleón que va de gris a rojo
……azul arco iris nube lluvia
……crepúsculo día nublado verano
……medianoche nieve piedra óxido
……fábrica supermercado ciudad burdel
……canción de cuna árbol sonaja
……otoño nube blanca ave
……abismo chinche luna en celo
……loco poeta sueños
……nada más que sueños
con cigarrillos que humean desde el cenicero
en hastío y en penumbra
de almohadas pobladas de gente que espera
nunca despertarse en una TV encendida
………………….cuando todos duermen

Restos
¡No es posible de que me haya quedado sin ellas!
si andan como el aire
en todas partes
¡Es imposible de que no diga nada!
si mi boca comulga de ellas a cada instante
es una bajeza ir por el mundo
teniendo nudos en la garganta
tragando caos tras caos
dejando a la belleza vestida de esqueleto
bajo el enorme monolito de silencio
junto a los gusanos que un día hemos de montar
con toda el ansia de vivir y estar muertos
es imposible dejar amarrada nuestra lengua
…………………………a un palote de muelle
existiendo a flote en un inmenso mar de contradicciones
es imposible no navegar no naufragar
ahogarse es posible
ahogarse y dejar de ser anfibio
treparse de la orilla
de alguna orilla erguirse
y caminar y caminar hasta encorvarse
porque es imposible impedir ser un cadáver
porque es más posible que florezca de aquello
un inmenso jardín de arte
¡Es imposible haberme quedado sin ellas!
y si un día me cortan la lengua me resta el seso
mi mano lapicero
mi mano lápiz
mi dedo pluma
mi dedo carbón
mi dedo humano
mi dedo hueso
mi dedo nube

Inventario
Fue el primero. No el dueño de casa, soledoso, que tomaba ralo café en medio de la oquedad de la sala, sino el invitado que estuvo muerto. El primero que trajo tierra, también muerta. Flor, también muerta.
……………………………Madera, también muerta
.………………………El bosque. Las aves. El cielo.
El carpintero en el subsuelo calzándose el propio ataúd.

Fue él quien convenció al segundo. Quien vino escoltado de insectos que arrastraban consonantes y vocales. Quien cargaba en los bolsillos cigarrillos sueltos, sangre de ron y la estridente voz del barrio que convenció al tercero:
Interlocutor de las sombras. Traductor de animales degollados, chirriantes como campanas dentro de una cámara de gas.

La misma tecla irritante trajo un corderillo desatado de la niebla:
- ¡Tiniebla! ¡Tiniebla!-
Cantaba el corderillo sobre la lengua del sol que incitó al cuarto, quien se rasca la muleta. Vive lleno de amuletos en el cuello y plumas de gallinazo que canta como jilguero muerto en el medroso huerto donde la muchacha está húmeda de ajenjo.

Y continúa el inventario como una máquina para imprimir poemas.
Nomenclaturas de azufre. Fotografías de poetas muertos. Palabras de color y sabor a hueso. ¡Toda un África! Una hostigación de hormigas y gusanos que raptan uña, pelo y pellejo. Los intestinos. Las entrañas son un concurrido bar de artrópodos y todo el tiempo es rebanado minuciosamente con un bisturí larcoherrera

De la armadura del corazón goteaban ángeles y serafines sobre la tierra del país en duelo donde las escaleras son un invento de la más sofisticada ciencia. Y poco a poco el corazón (que siempre es el corazón de un caballo a mil galopes) a pesar de la tierra-flor-madera muerta, irá derramando tinta y ron o irá negreando la noche en un ralo café cuando el insomnio sea relativamente igual a Dios.


MARIO MORQUENCHO LEÓN. Los Órganos – Piura, 1982. Empezó a escribir sin darse cuenta durante una época depresiva de su vida. Radica en Lima desde el año 2006. Formó parte del desaparecido colectivo Heridita y actualmente integra el Grupo Literario Signos y el Colectivo Jaula Ceniza. Ha participado en distintas ferias y recitales de poesía. Tiene publicado Ciudadelirio (Sol Negro Editores, 2010).
Administra el blog:
http://sesotrilcico.blogspot.com

domingo, 8 de agosto de 2010

DEMOLICIÓN DE LOS REINOS (Sol Negro Editores, 2010) en la página web de LIBROS PERUANOS. Cromwell Castillo, César Boyd, José Abad y Ronald Calle

Demolición de los reinos
Grupo Literario Signos
Lima: Sol Negro Editores, 2010.
S/.

El libro contiene cuatro poemarios titulados “Los últimos días de Caín” de José Abad Ascurra; “¿Dónde acaso es camino?” de Cromwell Castillo Cabrejos; “Abandono del hastío” de Ronald Calle Córdova y “Persistencia del alarido” de César Boyd Brenis. Imágenes apocalípticas, metafísicas, gnosticismo, presencia de la naturaleza unida a referencias de poesía maldita y trascendentalista: Baudelaire, Bukowski, Panero, Pessoa, Colinas, Gamoneda.

Fuente: Libros Peruanos.
.

miércoles, 23 de junio de 2010

AMANECIDAS VIOLENTAS de José Pancorvo. Por Víctor Coral / En Luz de Limbo, febrero de 2010

Si bien es cierto que la tradición poética peruana no está exenta de rasgos místicos –pensemos solo en Esther Allison (descubierta para mí por el crítico Ricardo González Vigil) o en Santa Rosa de Lima-, el tener a un poeta místico como José Pancorvo en calidad de contemporáneo no deja de ser un deslumbrante privilegio. Su reciente entrega, Amanecidas violentas (Sol Negro, 2009), confirma plenamente esta idea, y devela, por si fuera poco, algunos destellos lingüísticos que se independizan de aquella condicionante trascendente.

“Cuando pude amanecer/ ya se ponía el sol/ y me salió otra razón”, dice JP, cargado de pesar por no haber vivido el tiempo de oro de la humanidad (la Edad Media, supongo, a juzgar por el tradicionalismo que profesa); pero, a su vez, con el convencimiento de que otra perspectiva es posible en un mundo entenebrecido por la preeminencia del oro, la imagen, y sus usos y abusos que son origen de todos los mal(estares) que nos agobian en tiempos hipermodernos.

Y de ello va el poemario, de amanecidas, despertares, iluminaciones; pero también de oscuridades, grisuras, y un espíritu temible, fortalecido, que se enfrenta a la burda cotidianidad callejera cantándola, elevándola, acaso viendo lo mejor de ella, como en esa parábola de los Evangelios Gnósticos donde los discípulos de Jesús solo siente hedor y repugnancia frente a un perro putrefacto, y el Salvador se fija en la belleza de sus blanquísimos dientes…

“Vendí el mundo al botellero”. ¡Qué contundencia trivial la de este verso! Y retrata el programa de toda mística: el abandono del repugnante mundo manifestado para asumir un compromiso mayor con lo trascendente, aun cuando esto no necesariamente asegure logros poéticos (pero en el caso de JP el balance es positivo).

Amanecidas violentas es un texto tan complejo, en consecuencia, que con solo detenernos en el aspecto de las transgresiones gramaticales tendríamos para un ensayo especializado cuyos objetivos escapan a este recensión. Basta señalar que en “Canción en Taxi Cristalino” aquella transgresión se devela (¿rebela?) como una auténtica necesidad expresiva:

Pero yo aún venía muy
Para regalar
El licor paraísos infinito
(…)
El muy cielos
Aún pasó
Y yo ya estoy bien
muerto
muy el cráneo de meditación.

Todo el que conoce bien a JP estima que su figuración en medios y su reconocimiento como poeta debería incrementarse. No voy a enfatizar ello. Solo quiero recordar que el camino místico aquí, en España (recordemos al gran De la Cruz) y en la China (literalmente hablando) nunca ha sido una alfombra roja hollywoodense, y andarse quejando por ello es cosa de no-logrados y codiciosos. Este no es el caso de JP: en su obra se resume -sublime y violentamente- lo mejor y lo más oscuro de nuestra tradición; lo más elevatricio -yo también me gasto mis neologismos- de nuestra desconcertante o maravillosa realidad (al gusto del cliente), y un espíritu que pugna por encontrar una salida mayor al despropósito global actual. Con Amanecidas violentas debemos celebrar que esa ideología –que podemos compartir, combatir o repudiar, igual da- no haya difuminado lo poético; más: lo ha fecundado.

Trepana el cosmos muyuntin
Y en el continuismo sublime
No pienso, no deseo,
No dudo, no recreo,
No ambiciono
Y más que las plantas del paraíso
Es en ensueño divino en el corazón y la Plaza
Y en el arte del no-espacio sin escalas
Mi residencia-templo:
Ondulo hasta cuando no existía
Y adoro
En el Corpus Christi:
Nada de bienes menores
La afinación de mi exorcismo se sublima.

Fuente: Luz de limbo

CIUDADELIRIO (Sol Negro Editores, 2010) de Mario Morquencho. Por Fernando Odiaga Gonzáles

El libro Ciudadelirio (Lima: Sol negro editores, 2010) de Mario Morquencho es la conciencia emergente de un hombre de provincia, forastero en esa metrópoli sicótica que es Lima la horrible, la de Salazar Bondy, en la que hay: “Un dulce malestar de Enero a Enero y un estarse muriendo todo el año”. Dicha conciencia emergente es lo que surge de la aprehensión y comprensión de las vivencias, las imágenes, que se presentan día a día en la gran ciudad, como una especie de extravío, un trastorno, en suma: un delirio. Morquencho escribe: “El cantar de la feria repleta de provincianos como yo/ retorna a mis oídos/ como silbido de viento clamando su existencia”; el viento que clama su existencia simboliza la vida de los provincianos, viento viajero que sopla y pasa volando desde los confines de la tierra (advenedizo por lo tanto), refrescando desde lejos un lugar, cualquier rincón del mundo, o por ejemplo: Lima la horrible.

El viento que se vuelve canto y que retorna a los oídos como un silbido podría ser esa conciencia delirante de la que hablamos al principio, conciencia que luego vive y siente: "tratando de equilibrar la nostalgia/ bajo la sombra de un árbol” como canta Morquencho".

En el mismo poema que comentamos, Parque universitario, podemos leer frases como “letanía de horas”, expresión de la cadencia y el ritmo tediosos de la capital; o leemos la frase “tarde macerada” que son ese mismo ritmo de fatalidad y absurdo impregnado en las horas durante un paseo por la gran urbe, ahora transformados en embriaguez, en calma evasiva, en olvido, completando el sentido con la frase “cántaros de chicha” y el parque se transforma en una visión multifacética y policroma, en escala de grises, de libaciones y sabores ancestrales. Luego de su paseo Morquencho retorna en autobús: “a resucitar mi habitación desconocida”, es decir retorna al recogimiento, a la soledad, al propio cuerpo confinado en un espacio cotidiano, que para Morquencho tiene la cualidad de ser desconocido, ignorado. ¿Por qué? Porque Lima es una ciudad que nos extrae el espíritu y la vida como un holocausto al absurdo; porque apiñarse diez millones de seres humanos en un solo sitio parece una locura, algo irracional. No podemos ser todos, y a veces ellos te niegan ser algo, te quedas vacío, solo y no sabes quién o qué eres.

De nuevo en el autobús, retornando a casa, en la 73, ese elefante verde que cruza Lima de norte a sur, Mario Morquencho percibe los rostros de los seres que habitan la metrópoli, los escruta, advierte sus estados, los recrea poéticamente y nos muestra sus poéticos pasajeros de autobús, sentados o parados, como otra ofrenda del delirio: rostros que tienen todos los colores, de “bigotones, dormilones y viejos verdes”, “De princesas sin príncipe”, de “obrero mal pagado”, etc. El solo acto de mirar con la sensibilidad despierta, poniéndose en el otro, simula esa comprensión que se aleja y se acerca de la verdad como el delirio. Cada rostro se transforma en un acto verbal del poeta mientras la 73 sigue rumbo a Chorrillos.

Lima propiamente, es vista por Mario Morquencho como un “cielo preñado de sótanos/donde jugamos a vivir”. La imagen de los sótanos en el cielo es agramatical y contradictoria, con una connotación especial, que nos desvela lo que significa la urbe para el poeta. Cielo igualado a subsuelo. Confinamiento y libertad; en cierro e infinito; el cielo preñado de sótanos habla de una posibilidad, una esperanza, de soledad y libertad, “jugar a vivir” nos lleva también a la idea de libertad. Pero, ¿no es acaso que jugamos en los sótanos como los niños, y que el cielo preñado no es otra cosa que la mujer solitaria, libre, infinita, maternal, que nos ofrece “jugar a vivir” como la esperanza en la dicha y la plenitud, allí precisamente, en la gran urbe, sobre la cual se extienden penas, miserias, fatigas, tanto como falsas grandezas y oropeles. Allí Morquencho cantará a las “cartitas de amor” flotando “en heces por el río” o “algún borracho que micciona decadencia” y es así porque solo mirar y escuchar en las grandes ciudades como Lima te puede llevar a ese delirio involuntario donde se mezclan belleza y coprolalia, grandeza y miseria.

La imaginería poética de Mario en su delirante Lima vivencial es de primerísima inspiración, de acercamiento piadoso, revestido con lo mejor de los recursos estilísticos de nuestra tradición poética. El libro entraña un tributo a Trilce y al surrealismo, a Martín Adán y Jorge Eduardo Eielson, entre otros registros verbales y rasgos de estilo. Hay un aporte de los setentas en tanto hay ritmo urbano, protesta social, existencialismo, integralidad, como quería Juan Ramírez Ruiz y los horazerianos. Pero en Mario la protesta se diluye en la visión intimista y por el otro lado el altruismo se desnuda en una sensibilidad metafísica, tal vez en una búsqueda de una esperanza más radical, trascendente y poderosa frente al vacío y la nada. “Cuando suene la campana, el amarillo del desierto se confundirá con el sol”; es decir, en la nada y el vacío de una ciudad anómala, amoral, absurda, viciosa, finalmente la luz viajando en el infinito, como es el título del último poema, en el que hay una especie de visión profética, una promesa y una utopía, más allá de la muerte y el absurdo, para esos limeños que se han despertado llorando, como dice Eielson en el epígrafe del libro de Mario. El surrealismo y el intimismo se dan la mano en esta poesía donde Lima se ha transfigurado como en un sueño, se ha convertido en delirio.
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Fuente: Ciudadelirio

lunes, 21 de junio de 2010

Grupo Literario Signos. DEMOLICIÓN DE LOS REINOS (Sol Negro Editores, 2010). Por Paul Guillén

Desde la Región Lambayeque este grupo literario se mantiene muy activo a través de su blog: http://grupoliterariosignos.blogspot.com. El libro contiene cuatro poemarios titulados “Los últimos días de Caín” de José Abad Ascurra; “¿Dónde acaso es camino?” de Cromwell Castillo Cabrejos; “Abandono del hastío” de Ronald Calle Córdova y “Persistencia del alarido” de César Boyd Brenis. Imágenes apocalípticas, metafísicas, gnosticismo, presencia de la naturaleza unida a referencias de poesía maldita y trascendentalista: Baudelaire, Bukowski, Panero, Pessoa, Colinas, Gamoneda.

Esta es la segunda compilación de Signos. Valdría la pena reflexionar sobre la continuidad o las variaciones entre las dos muestras poéticas. En la primera muestra Signos 2006-2007 (Tiro de gracia editores, 2007) se recogieron los trabajos “Absolución de la noche” de José Abad Ascurra; “Agua / transfiguración o el sonido” de Cromwell Castillo Cabrejos; “Agonía compartida” de Ronald Calle Córdova y “Heterónimos frente al espejo” de César Boyd Brenis, todos los poemarios iban por una onda metafísica, existencial, apocalíptica y ajena a una poética coloquial, es decir, había un discurso más o menos homogéneo y parejo entre todos los poemarios. En esta primera muestra la sección que más destacaba era la de Castillo Cabrejos. En la segunda muestra (Sol negro, 2010) el discurso se mantiene y se reelabora con diferentes lecturas. Hay un cambio sustancial: el poemario que entrega Castillo Cabrejos “¿Dónde acaso es camino?” se instala dentro de lo coloquial e incluso varios poemas tienen carácter sentencioso. Los demás poemarios se mantienen acorde con la primera muestra poética y la sección que más destaca es “Los últimos días de Caín” de Abad Ascurra, el poeta ha extremado su repertorio y su angustia construye imágenes desbordantes y lacerantes.

Tal vez habría que analizar sección por sección: Abad como decíamos es el poeta que más ha extremado los logros de Signos en su segunda muestra poética. Su discurso dialoga con imágenes proféticas y bíblicas e incluso con la poesía de corte maldito desde una experiencia existencial. Aquí es decisiva, por ejemplo, la presencia de Leopoldo María Panero. Abad se inscribiría dentro de una tradición poética peruana esgrimida por Juan Ojeda y que abarca hasta Ernesto Zumarán y Chrystian Zegarra, por mencionar algunos nombres.

Como habíamos adelantado el libro de Castillo Cabrejos es el más diferente de la poética del grupo Signos, aunque el grupo ha tenido una reciente incorporación de nuevas voces con Ericka Madrid (Argentina), Hazzel Yen (México), Zoila Aguinaga (Perú) y Anita Ramos (Perú). ¿Dónde acaso es camino? se abre con una cita de Bukowski: “No era mi día. Ni mi semana, ni mes, ni mi año. / Ni mi vida. ¡Maldita sea!”. Se tratan de poemas irónicos sobre el amor, son zahirientes, ácidos, pero no resignados. Este coloquialismo es más sentencioso que cotidiano. Nos hace recordar algunos epigramas latinos e incluso poemas españoles en tono de adivinanza, acertijo o paradoja.

El tercer poemario “Abandono del hastío” de Calle Córdova es un solo poema en 23 estancias. Hay un cierto nietzscheanismo en sus versos: la condición igualitaria del creador y la criatura, y en otros pasajes la idea del hombre como creador de Dios. Se juega con las ideas de la cotidianidad, la locura y el silencio como salidas posibles. Es quizás el poeta más vallejiano de los cuatro, en realidad, los otros tres poetas tienen referentes distintos.

El último libro es “Persistencia del alarido” de Boyd Brenis, claramente es el más metapoético de los cuatro poemarios. Los primeros poemas se preguntan por las (im) posibilidades de transmisión del poema en tanto comunicación y en tanto percepción. Más adelante uno puede encontrar imágenes de naturaleza: bosques, aves que son metáforas de la escritura. También un poema sobre el ajedrez que continúa el juego cíclico de Omar Khayyam o Borges, reelaboración de mitos (Narciso) o un poema sobre la relación entre los sueños y el inconsciente.

Demolición de los reinos, es un libro que propone una estética grupal y eso es un gran mérito. Se trata de pensar en cierta dirección con los aportes individuales de cada integrante. Demolición de los reinos se constituye sin duda en uno de los mejores aportes de la poesía norteña y peruana, y continúa el legado de César Vallejo, Alcides Spelucín, Luis Valle Goicochea, Mario Florián, Marco Antonio Corcuera, Juan Ojeda, Juan Ramírez Ruiz, Róger Santiváñez o Javier Gálvez.
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