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miércoles, 15 de septiembre de 2010

Presentación del libro BELLAS Y SUICIDAS de Nora Alarcón

El miércoles 15 de setiembre a las 7:00 p.m. se presentará el libro Bellas y suicidas de Nora Alarcón en la Asociación Cultural Brisas del Titicaca (Jr. Wakulski 180, altura cuadra 1 Av. Brasil).

Presentadores:

José Pancorvo
Héctor Ñaupari

Participación musical:
Julio Humala

Ingreso libre - Vino de honor

Sobre el libro
Bellas y suicidas. Selección, notas y prólogo de Nora Alarcón. Prefacio de Max Silva Tuesta (Sol negro editores, 2010, 112 pags.)


Bellas y suicidas es una antología que reúne 15 voces de poetas mujeres suicidas del siglo XX. Las poetas son Florbela Espanca, Sara Teasdale, Alfonsina Storni, Antonia Pozzi, Marina Tsvetáieva, Sylvia Plath, Alejandra Pizarnik, María Emilia Cornejo, Anne Sexton, Veronica Forrest-Thomson, Ana Cristina César, Miyó Vestrini, Amelia Rosselli, Martha Kornblith y María Mercedes Carranza.

sábado, 10 de julio de 2010

Neobarroco a la peruana. Por Paul Guillén

Uno de los sistemas de la poesía peruana contemporánea que ha sido poco estudiado por la crítica literaria es sin duda un "neobarroco a la peruana" que en realidad no guarda muchas semejanzas con el neobarroco latinoamericano de por ejemplo Néstor Perlongher, Roberto Echavarren o José Kozer. Este "neobarroco a la peruana" tendría como antecedentes dentro del ámbito peruano a Martín Adán, a "Trilce" de César Vallejo y a Carlos Germán Belli, y dentro del ámbito internacional a José Lezama Lima. Si hubiera que rastrear esta historia tendríamos que pensar en los años 70's como un síntoma de agotamiento de la poética central de tipo coloquial o conversacional. Hay dos claros ejemplos de un pase del coloquialismo a un experimentalismo en la poesía de Juan Ramírez Ruiz y Enrique Verástegui. Ese desplazamiento se produce desde "Un par de vueltas por la realidad" hacia "Vida perpetua", y desde "En los extramuros del mundo" hacia "Monte de goce", que por fecha de escritura corresponde a los años 74-75. Entonces esta historia del "neobarroco a la peruana" habría que rastrearla por esos años de surgimiento de nuevos lenguajes. Aquí quiero referirme a José Morales Saravia -Cactáceas (1979) y Zancudas (1983)-; Vladimir Herrera -Del verano inculto (1980)-; Magdalena Chocano -Poesía a ciencia incierta (1983) y Estratagema en claroscuro (1986); Reynaldo Jiménez -Tatuajes (1980) y Eléctrico y despojo (1984)*-, este sería un primer momento de esta historia. La mayoría de estos libros fueron leídos como rarezas dentro de "la hegemonía de lo conversacional" imperante en esos años. En un segundo momento otros autores provenientes del coloquialismo van a empezar a escribrir una poesía marcadamente neobarroca, pienso en Mirko Lauer con Sobre vivir (1986); José Antonio Mazzotti con Señora de la noche (1998) y Róger Santiváñez con Eucaristía (2004). Esta historia del "neobarroco a la peruana" se va a completar con autores como José Pancorvo con Profeta el cielo (1997), Rafael Espinosa con Geometría (1998), Book de Laetitia Casta (2003) y El anticiclón del Pacífico Sur (2007), Frido Martín con Naufragios (2003), Alberto Valdivia con La región humana (2000) y Patología (2000), Rodolfo Ybarra con Ruptura de heje (2006), Pedro Favaron con Movimiento (2005) y Oeste oriental (2008), Salomón Valderrama con Amórfor (2008), Giancarlo Huapaya con Polisexual (2007), Mónica Belevan con poemas publicados en revistas y antologías desde el año 2003, entre otros.

Para ejemplificar estos pases del coloquialismo hacia el neobarroco citaré un poema de Luis Rebaza Soraluz de su libro Hipervivientes (1980). El libro está compuesto por tres apartados Introito, Población activa e Hipervivientes, hay una mezcla de sistemas por un lado el coloquialismo, por otro lado un lirismo de lenguaje irracional, y por otro lado y levemente un neobarroquismo. Hay un poema que claramente se instala en ese fraseo neobarroco:

La cumbia del toro
Su don ya no es estéril: su creación
la segura marcha en el abismo.
José Lezama Lima

Para Edgar O'Hara y Carlos López

Ya en el abismo y -mulo al fin-
olvida el caminar.
Piensa, y su conciencia
es menor a la física caída. Un sol
azucarado atardece en su cuello,
en el lomo curvo por los brazos
de un sueño, donde una joven cebra
es la exótica belleza; antídoto
al que recurre en el abismo.

Al tonto grito las aguas callan
y el cielo precipita una delgada
cortina. Su cuerpo se afila en duro alfeizar
de piedra. Y el agua hace eco al sonido
de cascos estropeando el desfile
lavado por la lluvia. Como reloj solar,
una sombra parece aproximarse
al punto medio. Esforzado el paso del hombre
sobre el río, más al filo del mulo,
más ancho el cuerpo y el abismo.

El hombre al otro lado y el mulo
pensante en dirección contraria.
¿Pero, cuál retrocede? ¿Cuál avanza?
Qué levanta su pata delantera
¿Una esfera de cébridos países?
El musgo que la piedra fabrica
y el torso de una hembra se confunden
en la mente del mulo.

Un toro furioso galopa tristemente
en todo apagado mulo,
un toro escribe el círculo
que desciende su peso iluminado
en el abismo. De dos mundos
consta el universo; la muerte
de un pie en el aire. De una venda
en los ojos consta cada noche,
el sueño previo al nacer es un mulo
ciego al borde del abismo.

Lento, en su paso tenso,
inmoviliza el mundo.
A cada paso suyo el río crece
en la tarde y la escritura es hiedra
que aumenta el rastro dejado
por la lluvia. Piensa.
Tan solo como sólido,
en sus acciones sucede
del seso al paso. Ha vuelto
el caso en un eco de sismo
y su grito la creación parece.

La lluvia descubre las fisuras,
lava los ojos circulares
del mulo osado y gritando
su fuerza taurina contra el viento.

La ciencia es vana al mulo
que mastica un libro y sopla una flauta
en su garganta. Y el toro embiste. Piensa;
y su conciencia responde al movimiento.
Es el paso seguro, es el ritmo moral
que hacia el frente dirige en el filo
empinado. Y cae un hombre

junto al otro que el mulo ha soltado
hace tiempo en el abismo.
A la caída, otra luz de razón
ilumina al mulo perdido en el borde,
mientras su creación de un mundo
aumenta en otro grito
la noche de un abismo.

En perspectiva esta historia del "neobarroco a la peruana" tendría que analizarse prestando atención a las especificidades y métodos de composición de cada poeta, porque -y ahora si como el neobarroco latinoamericano- este "neobarroco a la peruana": "ha ido incorporando otros gustos de moda y, es lo más remarcable, otros gestos de estilo hasta hacerse casi irreconocible canónicamente"**.

Notas
* Habría que hacer la salvedad que Reynaldo Jiménez si guarda estrechas semejanzas con el neobarroco latinoamericano. Como sabemos él vive desde muy joven en Buenos Aires (Argentina) y fue incluido en una de las mejores antologías del neobarroco, me refiero a "Medusario" de Kozer, Echavarren y Sefamí.
** Pedro Granados. "De lo neobarroco en el Perú". Identidades, número 64. Lima, julio de 2004.

miércoles, 23 de junio de 2010

AMANECIDAS VIOLENTAS de José Pancorvo. Por Víctor Coral / En Luz de Limbo, febrero de 2010

Si bien es cierto que la tradición poética peruana no está exenta de rasgos místicos –pensemos solo en Esther Allison (descubierta para mí por el crítico Ricardo González Vigil) o en Santa Rosa de Lima-, el tener a un poeta místico como José Pancorvo en calidad de contemporáneo no deja de ser un deslumbrante privilegio. Su reciente entrega, Amanecidas violentas (Sol Negro, 2009), confirma plenamente esta idea, y devela, por si fuera poco, algunos destellos lingüísticos que se independizan de aquella condicionante trascendente.

“Cuando pude amanecer/ ya se ponía el sol/ y me salió otra razón”, dice JP, cargado de pesar por no haber vivido el tiempo de oro de la humanidad (la Edad Media, supongo, a juzgar por el tradicionalismo que profesa); pero, a su vez, con el convencimiento de que otra perspectiva es posible en un mundo entenebrecido por la preeminencia del oro, la imagen, y sus usos y abusos que son origen de todos los mal(estares) que nos agobian en tiempos hipermodernos.

Y de ello va el poemario, de amanecidas, despertares, iluminaciones; pero también de oscuridades, grisuras, y un espíritu temible, fortalecido, que se enfrenta a la burda cotidianidad callejera cantándola, elevándola, acaso viendo lo mejor de ella, como en esa parábola de los Evangelios Gnósticos donde los discípulos de Jesús solo siente hedor y repugnancia frente a un perro putrefacto, y el Salvador se fija en la belleza de sus blanquísimos dientes…

“Vendí el mundo al botellero”. ¡Qué contundencia trivial la de este verso! Y retrata el programa de toda mística: el abandono del repugnante mundo manifestado para asumir un compromiso mayor con lo trascendente, aun cuando esto no necesariamente asegure logros poéticos (pero en el caso de JP el balance es positivo).

Amanecidas violentas es un texto tan complejo, en consecuencia, que con solo detenernos en el aspecto de las transgresiones gramaticales tendríamos para un ensayo especializado cuyos objetivos escapan a este recensión. Basta señalar que en “Canción en Taxi Cristalino” aquella transgresión se devela (¿rebela?) como una auténtica necesidad expresiva:

Pero yo aún venía muy
Para regalar
El licor paraísos infinito
(…)
El muy cielos
Aún pasó
Y yo ya estoy bien
muerto
muy el cráneo de meditación.

Todo el que conoce bien a JP estima que su figuración en medios y su reconocimiento como poeta debería incrementarse. No voy a enfatizar ello. Solo quiero recordar que el camino místico aquí, en España (recordemos al gran De la Cruz) y en la China (literalmente hablando) nunca ha sido una alfombra roja hollywoodense, y andarse quejando por ello es cosa de no-logrados y codiciosos. Este no es el caso de JP: en su obra se resume -sublime y violentamente- lo mejor y lo más oscuro de nuestra tradición; lo más elevatricio -yo también me gasto mis neologismos- de nuestra desconcertante o maravillosa realidad (al gusto del cliente), y un espíritu que pugna por encontrar una salida mayor al despropósito global actual. Con Amanecidas violentas debemos celebrar que esa ideología –que podemos compartir, combatir o repudiar, igual da- no haya difuminado lo poético; más: lo ha fecundado.

Trepana el cosmos muyuntin
Y en el continuismo sublime
No pienso, no deseo,
No dudo, no recreo,
No ambiciono
Y más que las plantas del paraíso
Es en ensueño divino en el corazón y la Plaza
Y en el arte del no-espacio sin escalas
Mi residencia-templo:
Ondulo hasta cuando no existía
Y adoro
En el Corpus Christi:
Nada de bienes menores
La afinación de mi exorcismo se sublima.

Fuente: Luz de limbo
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