Este libro es una colección de veinticinco poemas
escritos entre 1977 y 1982.
Prefacio
“A veces el mundo tiene un lugar, un fin y una trayectoria ajenos a lo descrito por los antiguos navegantes y los astronautas de este siglo. Se convierte en un espejo en el que nosotros, tú y yo, nos encontramos sin formar parte de él, y del que tomamos un espacio para sonreír, celebrar un abrazo y acaso despedirnos. En ese espejo que es el infinito universo encontré y leí estos versos que en medio de tantos excesos de angustia y sed nocturnas rescribí, parafraseándolos a tientas y haciéndote creer que eran míos. La mentira se completaba a la mañana siguiente cuando, seguro de su esencia, te los recitaba y entonces yo ganaba un día pleno de tu juventud. Mas, si bien no soy aquel poeta que tú y algunos más creyeron, en estas páginas encontrarás nuestras palabras, lugares y recuerdos, plasmados con detalle y acendrada nostalgia, y al menos sabrás que soy el hombre que te amó desde el instante en que el ángel de la belleza se acercara a nuestros sueños y aún mucho después de que llorara, efímera alegría, en el momento de nuestra despedida. A una estrella de distancia, sé que estar cerca de ti, compartir un lugar en la tierra, fue aproximarme al pleno paraíso”.
Poema 3
Hiciste, donde nadie hace, el fuego, y donde nadie ama, amaste, donde nadie mira a través del sol, el arco iris, encontrando mi sangre donde fue la tarde. Anduve vespertino con las alas de tu ausencia, y estuve, desde siempre, en mí, cansado y dueño de una soledad hermosa y clara, y fue el caso que no te seguí. Será el caso que pases una vez nocturna, ahora que el verano nos visita, a manos llenas. Veremos cómo nos visitan las estrellas y se hunde el crepúsculo con desesperación.
“A veces el mundo tiene un lugar, un fin y una trayectoria ajenos a lo descrito por los antiguos navegantes y los astronautas de este siglo. Se convierte en un espejo en el que nosotros, tú y yo, nos encontramos sin formar parte de él, y del que tomamos un espacio para sonreír, celebrar un abrazo y acaso despedirnos. En ese espejo que es el infinito universo encontré y leí estos versos que en medio de tantos excesos de angustia y sed nocturnas rescribí, parafraseándolos a tientas y haciéndote creer que eran míos. La mentira se completaba a la mañana siguiente cuando, seguro de su esencia, te los recitaba y entonces yo ganaba un día pleno de tu juventud. Mas, si bien no soy aquel poeta que tú y algunos más creyeron, en estas páginas encontrarás nuestras palabras, lugares y recuerdos, plasmados con detalle y acendrada nostalgia, y al menos sabrás que soy el hombre que te amó desde el instante en que el ángel de la belleza se acercara a nuestros sueños y aún mucho después de que llorara, efímera alegría, en el momento de nuestra despedida. A una estrella de distancia, sé que estar cerca de ti, compartir un lugar en la tierra, fue aproximarme al pleno paraíso”.
Poema 3
Hiciste, donde nadie hace, el fuego, y donde nadie ama, amaste, donde nadie mira a través del sol, el arco iris, encontrando mi sangre donde fue la tarde. Anduve vespertino con las alas de tu ausencia, y estuve, desde siempre, en mí, cansado y dueño de una soledad hermosa y clara, y fue el caso que no te seguí. Será el caso que pases una vez nocturna, ahora que el verano nos visita, a manos llenas. Veremos cómo nos visitan las estrellas y se hunde el crepúsculo con desesperación.
Hiciste, donde nadie hace, el resplandor, el profundo, prohibido y señalado territorio donde tus manos explotaron bastamente mías, sola y mía, solamente mías. Hiciste en mí el secreto de hondas preguntas que te pertenecen y que voy recogiendo. A donde nadie entraba tú llevaste lluvia, y anunciaste alegría para dos sonrisas.
Visita a Franco en: http://francochico.wordpress.com
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