martes, 6 de septiembre de 2011

La propuesta poética de César Pineda Quilca tras EL ARRIBO DE UN ÉXTASIS VIOLENTO (Toro de Trapo Editores, 2011). Por Cromwell Castillo

Cada poeta asume y otorga distintas posibilidades en una primera publicación. Justamente, a partir de este acto de entrega, empezará a trascender no sólo su vibración interior, sino que toda magia de la palabra escrita enrumbará, bajo luz y sombra, el camino promisorio de la sensibilización humana.

El arribo de un éxtasis violento (Toro de Trapo Editores, 2011) de César Pineda Quilca, constituye ese primer rumbo. Es un prolongado viaje al asombro y al desencanto transfigurados en poemas concisos, conmovedores y rotundos –en algunos casos–. Este libro deja constancia de la brecha íntima del autor, el primer fuego donde ha empezado a fundir abrumadores estados de existencia. He ahí uno de sus logros inmediatos.

Aunque el libro está dividido en tres partes o estancias: Un abismo de luz, Canto fugitivo de una sombra luminosa y Rescatando la lumbre, me atrevo a no reconocerle ninguna, es decir, prefiero concebirlo como un todo, de donde se desprende una fugaz muestra de poesía visual y el tránsito pesimista de un poeta que se evidencia trágico e incomprendido ante los constantes avatares de su solitariedad: Cantarle a una mujer deshecha en su desesperanza o reconocerse en la irredimible lujuria del ser introvertido que representa.

Pero esta reciente publicación, cuya bondad poética es notoria, no está exenta de desaciertos (algunos versos, imágenes y subtítulos forzados), con los que el autor quizás haya pretendido manifestarnos el arrebato de su lenguaje con plena libertad de creación; innecesaria maroma, diría yo, pues es indudable que el lenguaje de César Pineda logra profundidad interesante en la sencillez con la que es propuesto en casi la totalidad del libro. El arribo de un éxtasis violento adopta riqueza particular cuando Pineda se desliza sentencioso alrededor de su discurso, el cual en sus momentos altísonos se torna metapoético. Aquí el dolor como motivo universal cotidiano es la vida de todo caminante que consigue poetizar su memoria.

De esta manera, el poeta César Pineda Quilca encara a las sombras con un trabajo literario que hace un arribo vital y favorable a la esmerada poética peruana de los últimos años.

A continuación, dejo para su lectura algunos poemas como referencia.


Un corazón desnudo sostiene mi cabeza
Tengo
Las manos repletas de angustia.

Se me hace
Difícil caminar por la vida.

Estoy tan ciego
Y falto de respuestas que no puedo hablar siquiera.

¿Será acaso que tengo
La boca tapada con inmensas preguntas celestes?


Una noche más
Acurrucado
Bajo el frío pelaje de tu olvido.

Existiendo
A más no poder.

Torturado
Por el recuerdo de tu voz que nada en el silencio.


Penumbra
Todo poema
No es más que una sombra
Que nos per/sigue a todas partes.

Una
Puerta oculta.

A veces
Nuestra única salida.


De visita nada más
Solo
He venido a ver
En qué situación se encuentra mi tragedia.


Todo recuerdo es un poema
Una profunda
Cicatriz que llevamos dentro.


S.O.S
Leo un poema
Y estiro
Mi mano
Como un mendigo.


Incógnita 2
Quién de ustedes
Podrá lanzarse
Al poema
Para terminar
Clavado debajo de la tierra.

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