martes, 27 de septiembre de 2011

Entrevista a Roger Santiváñez. Por Josué Barrón

El poeta peruano radicado en los Estados Unidos Roger Santiváñez, gentilmente, me ha aceptado una entrevista sobre su quehacer poético de estos últimos años, así como una evaluación de su vida literaria. De esta manera iniciamos el segmento de entrevistas a los mejores representantes de la literatura peruana y latinoamericana.

1. ¿Qué recuerdo tienes de tus primeros acercamientos a la poesía?
Mis primeros acercamientos a la poesía fueron intuitivos. Recuerdo que cuando tenía siete u ocho años –estando de vacaciones en Lima, pues yo vivía en Piura– escribí una especie de poemas (digo especie porque yo no tenía idea de la poesía) en los cuales jugaba y me divertía con las sonoridades del lenguaje. Para mí fue una suerte de descubrimiento alborozado y bajo la influencia de ciertas canciones rock que conocía debido a que mis hermanos mayores las escuchaban. Pero allí quedó la cosa, fue flor de un día. Posteriormente –en mi casa de Piura– me conmovió extraña y profundamente –hacia los doce o trece años– la lectura que hizo mi padre del Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías de García Lorca (a quien él adoraba) probando una grabadora de caset que eran novedad por aquellos días. Fue un impacto muy grande. Pero tampoco sabía bien de qué se trataba. Sólo en cuarto de media y cuando ya había empezado a escribir textos a los que yo, en mi soledad, llamaba poemas, cogí la obra completa de Vallejo (edición Moncloa, 1968) que mi padre atesoraba y allí sí que se me rompió el cerebro y decidí que mi camino sería, única y exclusivamente, el de la poesía.

2. ¿Cuál es tu disciplina para la escritura?
Mi disciplina para la escritura es simple. Me predispongo para la poesía y entonces empiezo a escuchar –dentro de mi cabeza– los primeros acordes poéticos de la expresión. Seguidamente, principio a escribir. Y usualmente no paro hasta terminar el poema. Claro que el punto central es aquel predisponerse para la poesía y eso implica una disciplina vital por la que uno debe estar en poesía. Esto significa permanentemente mirar el mundo, la vida y las cosas poéticamente. Es decir, desde el punto de vista de la poesía. En cierto modo uno tiene que estar, digamos, en un mundo aparte, en tus reinos interiores como dice Hinostroza.

3. ¿Qué importancia tiene Kloaka para Roger Santiváñez?
El Movimiento Kloaka (1982-1986), tiene la importancia de haber sido la gran experiencia colectiva de mi generación. Kloaka en su fundación (Dreyfus, Novoa, Gutiérrez y quien escribe) fue una suprahermandad –hasta comíamos del mismo plato– cohesionada por la entrega total a nosotros mismos (hacíamos sesiones empíricas de psicoanálisis mutuo) exteriorizando todo lo que habíamos vivido, sufrido desde nuestra infancia y adolescencia. Y también fue un taller de creación poética y literaria, un intercambio de pareceres. Luego con la entrada y/o participación en Kloaka de Velarde, De Ramos, Polanco, Soto, Heredia –y de los aliados y/o simpatizantes Mazzotti, D. Ruiz Rosas, Dávila-Franco, Quijano, Bryce, Martin, B. Mendizábal, Berger– nuestra acción pública se extendió –así como con las bandas Durazno Sangrando, Kola Rok de (Edgar Barraza, el inolvidable Kilowatt), Medias Sucias y principalmente Delpueblo (en su formación única y original) y nos propusimos ser una conciencia vigilante desde la poesía (es decir desde el punto de vista más humano) de toda la sociedad en su conjunto, a la que considerábamos una cloaca –y de ahí el nombre Kloaka– porque veíamos que el Perú era una sociedad en descomposición total y decadencia absoluta y por eso planteábamos una Revolución radical de corte anarquista y con la perspectiva utópica prendada de un nuevo horizonte hacia el Socialismo. Kloaka fue la actitud de neovanguardia que nos reclamaba la inmarcesible juventud de los 1980s.

4. “Symbol” (Princeton, 1991), es para la critica peruana uno de los libros fundamentales para comprender la poesía peruana, ¿esperabas esta respuesta?
No, la verdad que no la esperaba. Uno cuando escribe –simplemente lo hace– y no está pensando en el efecto que tendrá. Escribí Symbol durante los últimos días de diciembre de 1989 y todo el verano de 1990. Fueron noches de unos meses alucinantes. Buscaba sacarme desde lo más hondo de adentro de mí mismo algo así como mi verdadera voz y/o mi verdadera vida (Rimbaud) y lo cierto es que yo seguía a pie juntillas las consignas del genio francés. Por ejemplo: “Ahora estoy maldito, me da horror la patria. Lo mejor es dormir muy borracho sobre la arena”. “Apreciemos sin vértigo la extensión de mi inocencia”. “La vida es la farsa que hemos de representar todos”. “Me creo en el infierno, luego estoy en él”. Y también: “La verdadera vida está en otra parte”. “Hay que ser absolutamente moderno”. “Estoy consagrado a un desorden nuevo, espero convertirme en un loco peligroso”. Y finalmente: “Una tarde senté a la Belleza en mis rodillas. Y la encontré amarga. Y la injurié.” [versiones de Miguel Casado y Eduardo Moga]. Esta fue la ideología que alumbró Symbol en medio del pico más alto que alcanzó la insurrección de Sendero Luminoso y la guerra civil en el Perú, así como el fragor más intenso de un loco y tormentoso amor y no-amor que yo vivía con una preciosa jovencita de Lima, a quien Symbol (titulado originalmente Ultra-Tumba) está dedicado. Symbol es un texto atravesado por una extrema violencia en su endiablado y entrecortado ritmo y su fragmentado lenguaje. La violencia interior y exterior en que uno sobrevivía en aquel tiempo. Hablando estrictamente de lenguaje poético, Symbol fue el destino final de un viaje iniciado para radicalizar el conversacionalismo imperante y en el que yo nací: el coloquialismo extremado me llevó al habla más profunda del pueblo –la jerga del lumpen– contexto de violencia coincidente con toda la situación que te describí líneas arriba. Pero como quien se da una vuelta de 180 grados, derivé en el atisbo del neobarroco de mi libro posterior Eucaristía y antes Lauderdale (que salió en Hueso Húmero 35) por un desarrollo íntimo y solitario de la propia poesía.

5. ¿En el Perú hay un nuevo neo barroco?
En el Perú hay una consistente tradición barroca moderna que se iniciaría con Martín Adán (La rosa de la espinela / Travesía de extramares), magníficamente desarrollada por Carlos Germán Belli –hoy por hoy nuestro mayor poeta vivo–. En el ámbito hispanoamericano, desde el período que llamamos neobarroco con Severo Sarduy (1972) y luego la formulación de Néstor Perlongher, Roberto Echavarren y José Kozer a partir de la muestra denominada Medusario (1996) podemos situar en esta órbita –en el Perú– Sobrevivir de Mirko Lauer. De la generación del 70 Vladimir Herrera y –hacia los 80s– la obra poética de José Morales Saravia reunida en Oceánidas. Así mismo yo situaría en esta órbita –no exactamente neobarroca– pero sí poética del lenguaje (tal como la entiende el estudioso del tema Enrique Mallén) el trabajo de Mario Montalbetti y de Carlos López Degregori.

6. ¿Cómo ves la poesía peruana en la actualidad?
La veo bien, es decir la poesía peruana tiene una gran vitalidad. Estuve en Lima en julio pasado y pude comprobar la intensidad del reciente movimiento poético. Entre los nuevos libros aprecio Bucólica polución de Erika Meier, Berlín de Victoria Guerrero, Balada del asesino de Mixha Zízek y Sub verso de Giancarlo Huapaya Cárdenas.

7. ¿Crees que la tradición literaria peruana se construye en base a una manipulación de un grupo de personas que tienen poder en diferentes rubros?
En el único poder en el que yo creo es en el de la poesía. Poder espiritual y profundamente humano, que es el de la belleza y que sólo otorga el paso del tiempo. Así me explico la configuración de la tradición poética peruana, la que arranca con Eguren y Valdelomar y se corona universalmente con César Vallejo. Fundación que, a mi juicio, se complementa con la obra de Xavier Abril, Oquendo de Amat, Martín Adán, Moro, Westphalen y se proyecta hasta nuestros días con Blanca Varela y Jorge Eduardo Eielson. Ahora bien, dicha belleza –este corpus literario– ha sido y es manipulado tendenciosamente por las clases que han dominado la sociedad peruana, de acuerdo a sus intereses. Esto es concreto y real y debemos denunciarlo sistemáticamente; pero la verdad es que no tiene que ver –strictu senso– con la poesía en sí misma. La poesía está aparte de esto y es libre como una flor salvaje que brota en cualquier parte para darnos belleza y ennoblecer el misterio de la experiencia existencial.

8. ¿Qué tanto ha cambiado el enfoque de hacer poesía en las últimas promociones poética peruana?
Debido a mi extrañeza de Lima no dispongo de una información completa sobre el tema. Sólo puedo hablar de lo que me gusta y/o me parece interesante de entre lo que yo conozco, que –como te digo– es necesariamente fragmentario, en razón de mi ausencia del Perú. Y esto sería demasiado personal para una sustentada opinión como la que tú me pides.

9. ¿Cuál es tu proyecto a corto plazo?
Tengo en proceso de escritura un par de libros nuevos de poesía. Mientras tanto trabajo en la Universidad enseñando español y literatura latinoamericana que es mi especialidad. Aparte de eso, paso la mayor parte de mi tiempo estudiando en las bibliotecas los distintos lenguajes poéticos y también dedico horas a la meditación y a la contemplación. Busco una iluminación por la poesía.


Collingswood, New Jersey, Fall’s antesala 2011.

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...