No te preguntaré por el puente que tejías bajo el cielo azul. Ni siquiera si tienes un amor de mirada alegre o si lo perdiste en una noche canija de esas entre los postes del alumbrado público. Sólo quiero saber si el aliento de la animada conversación que tuvimos hace ya varios años perdura como la entrevista que me hiciste para la revista que tiene el nombre de la mosca de los sueños. Yo no había oído hablar de ti hasta entonces, porque venía recién llegando de mi larguísima estancia europea, cuando te vi y semejabas un joven ansioso a punto de abandonar la música casi marcial que habías heredado de tus padres. La verdad es que evocabas las Tribulaciones Del Estudiante de Törless cuando me dabas a entender que te sentías perseguido por las llamadas de Tulio Mora que te reprochaba el haberme invitado a las jornadas de San Marcos.
Esa y otras persecuciones, pensé que no harían mella en un chico con tu carácter y talento. Pero me equivoqué. A los pocos años estabas a pan y cuchillo con TM y JP. Te habías metido hasta el gorro en sus cantinas y merenderos. Y en las pocas veces que hablamos, noté que tu sensibilidad se había penosamente deformado. Sin embargo he permanecido atento a tu obra y a tus frituras de propagandista, y he mantenido la esperanza de que te dieras cuenta de que no se puede ser el amigo de todos. No ha sido así. Has pasado de buscarme para una entrevista en un hotel de Miraflores a ignorar mi blog Laguna Brechtiana ahora que te sientes alguien en el panorama limeño. Tampoco has reproducido la nota de Helena Usandizaga respecto a la polémica ingenua de esta temporada, pese a que ella fue quien nos presentó. Y sé que has andado por allí hablando mal de un verso mío del que no sabes que es un homenaje al “tigre” Lizalde, a quien me parece, conoces poco.
Claro que son pequeñas cosas las que te enumero que han terminado siendo para mí una afrenta. Para eso mi grado de poeta me basta y sobra. Lo que sí me molesta es que repitas por ahí lo que repite por boca de ganso la frondosa mujer de TM: la especie de que yo engañé a Westphalen en mi condición de editor. La respuesta a todas esas calumnias la iré desgranando en mi blog en homenaje a su centenario. Por favor léelo.
Ahora estoy dudando de si mereces esta carta, o archivarte junto a los vejestorios de HZ. Tú mismo te fotografiaste y te pusiste al frente de esa patraña en la que nadie cree. Sólo eres el más joven de los muchachos del débil mirar. Y te han usado, porque ellos no tienen calichines. Ni sus hijos salen en esa foto. Piensa que Paco Guzmán estaba en Urcos al día siguiente contándomelo todo todo.
TM te ha chupado el cerebro con una cañita con la sed que sólo tienen los ex-alcohólicos. Tenía que decírtelo. Es la influencia más peregrina y siniestra que ha tenido la gente joven como tú. Y a estas alturas no hay nada que hacer. Trata de beber menos. Y aliviánate un viaje por otros continentes que te vendrá bien. Estoy seguro de que podrás olvidar a esa mala sombra que te ha convertido en el enemigo de todos. Encomienda tu dinero a un pasar apacible y búscate una mujer de amplias caderas. Yo mientras tanto seguiré sembrando papas. ¿Quién lo diría?
Vladimir Herrera.
Esa y otras persecuciones, pensé que no harían mella en un chico con tu carácter y talento. Pero me equivoqué. A los pocos años estabas a pan y cuchillo con TM y JP. Te habías metido hasta el gorro en sus cantinas y merenderos. Y en las pocas veces que hablamos, noté que tu sensibilidad se había penosamente deformado. Sin embargo he permanecido atento a tu obra y a tus frituras de propagandista, y he mantenido la esperanza de que te dieras cuenta de que no se puede ser el amigo de todos. No ha sido así. Has pasado de buscarme para una entrevista en un hotel de Miraflores a ignorar mi blog Laguna Brechtiana ahora que te sientes alguien en el panorama limeño. Tampoco has reproducido la nota de Helena Usandizaga respecto a la polémica ingenua de esta temporada, pese a que ella fue quien nos presentó. Y sé que has andado por allí hablando mal de un verso mío del que no sabes que es un homenaje al “tigre” Lizalde, a quien me parece, conoces poco.
Claro que son pequeñas cosas las que te enumero que han terminado siendo para mí una afrenta. Para eso mi grado de poeta me basta y sobra. Lo que sí me molesta es que repitas por ahí lo que repite por boca de ganso la frondosa mujer de TM: la especie de que yo engañé a Westphalen en mi condición de editor. La respuesta a todas esas calumnias la iré desgranando en mi blog en homenaje a su centenario. Por favor léelo.
Ahora estoy dudando de si mereces esta carta, o archivarte junto a los vejestorios de HZ. Tú mismo te fotografiaste y te pusiste al frente de esa patraña en la que nadie cree. Sólo eres el más joven de los muchachos del débil mirar. Y te han usado, porque ellos no tienen calichines. Ni sus hijos salen en esa foto. Piensa que Paco Guzmán estaba en Urcos al día siguiente contándomelo todo todo.
TM te ha chupado el cerebro con una cañita con la sed que sólo tienen los ex-alcohólicos. Tenía que decírtelo. Es la influencia más peregrina y siniestra que ha tenido la gente joven como tú. Y a estas alturas no hay nada que hacer. Trata de beber menos. Y aliviánate un viaje por otros continentes que te vendrá bien. Estoy seguro de que podrás olvidar a esa mala sombra que te ha convertido en el enemigo de todos. Encomienda tu dinero a un pasar apacible y búscate una mujer de amplias caderas. Yo mientras tanto seguiré sembrando papas. ¿Quién lo diría?
Vladimir Herrera.
Ranhuailla. Enero de 2011.
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