[Vivimos en una época consumista, apisonada por el vivir de las ausencias en nuestra morada, hastiada por toda culpa de poder respirar mejor; donde la belleza se maquilla en los supermercados, concursos y salones artificiales llenos de plomo y envejecimiento prematuro. Esta época es nuestra y en ella hablar de la yerba es toda una injusticia; pero hablar de poesía es toda una infracción, una componenda a nuestros nervios desiguales en cada palabra. Esta infracción a la minúscula arca de la casa es la entereza de pocas personas que no se distancian del diálogo continuo con la realidad, que no se divorcian de la exigencia, de la denuncia al crimen en Medio Oriente, sobre todo en Libia por los propósitos de la OTAN, que nunca ha traído primaveras; el hambre en Haití, África y el Perú; quebrantamiento que nos embadurna los ojos en una calle de Santa Anita, Comas..., Lima, Trujillo, Chiclayo, Chachapoyas, etc.
Quiero con este paréntesis hacer una serie de pareceres a los libros de poesía que durante estos últimos meses han llegado a no dormir en mi mesa; sino a despertarme de la posibilidad de vivir, que es la poesía, una posibilidad tan urgente como el agua, el amor, la belleza; como todo acto de reclamo a esta forma de existir. Me “reafirmaré si mi convicción que lo válido y tangible y disfrutable en la poesía es el poema y que a él es a quien hay que prestar atención y reverencia” yo también revalido la importancia del poema como E. Adolfo Westphalen para digerir las experiencia y la realidad como una suma de estilos que nos hacen reflexionar sobre los modos de esta vida azarosa y expuesta a lo irremediable.
“La poesía no debe utilizarse para contar lo que a uno lo sucede. Yo prefiero pensar y dejar que esas vivencias se transformen en reflexiones, en palabras”, planteaba Blanca Valera idea que debe ser consignada en nuestra razón con “acento propio y valor original” como decía nuestro gran amauta César Vallejo.
Empezaré nombrando por partes a cada opinión de libro o conjunto de libros de acuerdo al tiempo que me fueron confiados.]
SIGNOS: La universalidad de la decepción y la esperanza
SIGNOS es un grupo consolidado, maduro de propuestas poéticas. Hacen que en el norte de nuestro país no se desoriente del legado de Vallejo a pesar de la ofensas de este sistema. El grupo no pierde el norte de las palabras y menos la iniciativa de hacer una buena poesía, plena de conocimiento y reflexión sobre la naturaleza, la vida, la muerte, la esperanza, la desesperanza, lo caótico y la nada; simbólicas que se ven en Signos (primer libro), poesía 2006–2007. Es un libro donde fluyen un conjunto de poemas hilvanados por el sentido común del desasosiego y el contradicho con la realidad. Existe aquel “veneno imprescindible” como diría Blanca Varela sobre la ciudad, donde lo caótico se filtra en todas las esferas del pueblo: estudiantes, obreros y pequeña burguesía en desconcierto.
En Absolución de la noche, José Antonio Abad Ascurra es la exención de lo oscuro, es un enfrentamiento a la muerte, una conversación de confronte con la sombra, donde se abre una puerta para desfigurar la pausa vivida entre la cautela del desencanto y la esperanza. Su poesía es una luz que nos desturbia de la oscuridad y nos rabia la partida que, al final de la mirada, es una espera oculta de los sueños entre las palabras perdidas, en nuestra mudanza de hombres en la arena.
El ojo que te espía esta noche
agazapado tras la puerta
es la muerte://
la devoradora de imágenes. (pg. 08)
Cada ciudad perece bajo su turbia historia. //
Terminamos oscuros, malolientes,
dispuestos a esperar. (pg. 11)
En Voces paralelas contra lo seco de Cromwell Pierre Castillo Cabrejos, es el lenguaje de la densidad, un símil ecuménico con el agua y la voz del poeta. Cromwell Castillo contempla al agua con fisonomía evasora de la irrealidad. Todo su contacto con lo cristalino surge como una lágrima a la superficie del tiempo y en esa raíz (agua–hombre) de lo inmemorial, surge la palabra como una repercusión o rumor de imágenes para enaltecer la duda y la verdad.
De Agua:
/su aspecto se hace universal desde mi boca. ( pg. 20).
Quizá
haya más certeza en su interior
que en mis palabras (pg. 27).
De Transfiguración o el sonido:
No solo lo cóncavo y lo sencillo determina lo perpetuo,
pero esta vez debo apoyarme en las palabras
-máscara concebida-
para descubrir qué otras voces recreadas discurren en mí. (pg.28)
Cabe la posibilidad de quitarnos las manos de encima,
cabe la posibilidad siquiera de envidriar nuestros ojos
por unos instantes, sin comprendernos. (pg. 31).
En Agonía compartida de Ronald Calle Córdova, el trance de la culpa brota con total humanidad sobre el bochorno de una ciudad que se embadurna con el caos y el sufrimiento. Ronald sobrelleva la congoja entre su piel y su pensamiento como una experiencia que se esparce en el significado de cada poema.
El orbe está sudando su estío en mi frente
y su hijo sufre aquí en mi espacio,
le han clavado una daga en su costado:
Duéleme. (pg.26)
¿Ves cómo se edifica el polvo?
las gotas caen y a ella vuelven,
vuelven siempre unidos: el hombre,
su sed y su lluvia. (pg. 37)
En Heterónimos frente al espejo de César Augusto Boyd Brenis; por lo visto, tiene la coexistencia de las palabras para elaborar un transcurso reflexivo en cada poema. El manejo de la interacción del verso y la prosa tiene un brío que se aleja de una postal para sugerir todo deseo que desvanece muchas veces en la nada; una especie de afirmación–negación de la poesía que es sonido, que es palabra y que vuelve a ser vacío nuevamente entre sus sílabas.
/La luz en las alturas absorbe a cada noctámbulo
como una esperanza, / (pg. 50).
/-y en la poesía solo hay luz para mentes alejadas de la Tierra, aparte de eso, sólo hay nada: el dolor en la nada es transparente. La nada es menos común que la realidad, es más firme que el mito y las mentiras, …/ (pg. 56).
Quiero con este paréntesis hacer una serie de pareceres a los libros de poesía que durante estos últimos meses han llegado a no dormir en mi mesa; sino a despertarme de la posibilidad de vivir, que es la poesía, una posibilidad tan urgente como el agua, el amor, la belleza; como todo acto de reclamo a esta forma de existir. Me “reafirmaré si mi convicción que lo válido y tangible y disfrutable en la poesía es el poema y que a él es a quien hay que prestar atención y reverencia” yo también revalido la importancia del poema como E. Adolfo Westphalen para digerir las experiencia y la realidad como una suma de estilos que nos hacen reflexionar sobre los modos de esta vida azarosa y expuesta a lo irremediable.
“La poesía no debe utilizarse para contar lo que a uno lo sucede. Yo prefiero pensar y dejar que esas vivencias se transformen en reflexiones, en palabras”, planteaba Blanca Valera idea que debe ser consignada en nuestra razón con “acento propio y valor original” como decía nuestro gran amauta César Vallejo.
Empezaré nombrando por partes a cada opinión de libro o conjunto de libros de acuerdo al tiempo que me fueron confiados.]
SIGNOS: La universalidad de la decepción y la esperanza
SIGNOS es un grupo consolidado, maduro de propuestas poéticas. Hacen que en el norte de nuestro país no se desoriente del legado de Vallejo a pesar de la ofensas de este sistema. El grupo no pierde el norte de las palabras y menos la iniciativa de hacer una buena poesía, plena de conocimiento y reflexión sobre la naturaleza, la vida, la muerte, la esperanza, la desesperanza, lo caótico y la nada; simbólicas que se ven en Signos (primer libro), poesía 2006–2007. Es un libro donde fluyen un conjunto de poemas hilvanados por el sentido común del desasosiego y el contradicho con la realidad. Existe aquel “veneno imprescindible” como diría Blanca Varela sobre la ciudad, donde lo caótico se filtra en todas las esferas del pueblo: estudiantes, obreros y pequeña burguesía en desconcierto.
En Absolución de la noche, José Antonio Abad Ascurra es la exención de lo oscuro, es un enfrentamiento a la muerte, una conversación de confronte con la sombra, donde se abre una puerta para desfigurar la pausa vivida entre la cautela del desencanto y la esperanza. Su poesía es una luz que nos desturbia de la oscuridad y nos rabia la partida que, al final de la mirada, es una espera oculta de los sueños entre las palabras perdidas, en nuestra mudanza de hombres en la arena.
El ojo que te espía esta noche
agazapado tras la puerta
es la muerte://
la devoradora de imágenes. (pg. 08)
Cada ciudad perece bajo su turbia historia. //
Terminamos oscuros, malolientes,
dispuestos a esperar. (pg. 11)
En Voces paralelas contra lo seco de Cromwell Pierre Castillo Cabrejos, es el lenguaje de la densidad, un símil ecuménico con el agua y la voz del poeta. Cromwell Castillo contempla al agua con fisonomía evasora de la irrealidad. Todo su contacto con lo cristalino surge como una lágrima a la superficie del tiempo y en esa raíz (agua–hombre) de lo inmemorial, surge la palabra como una repercusión o rumor de imágenes para enaltecer la duda y la verdad.
De Agua:
/su aspecto se hace universal desde mi boca. ( pg. 20).
Quizá
haya más certeza en su interior
que en mis palabras (pg. 27).
De Transfiguración o el sonido:
No solo lo cóncavo y lo sencillo determina lo perpetuo,
pero esta vez debo apoyarme en las palabras
-máscara concebida-
para descubrir qué otras voces recreadas discurren en mí. (pg.28)
Cabe la posibilidad de quitarnos las manos de encima,
cabe la posibilidad siquiera de envidriar nuestros ojos
por unos instantes, sin comprendernos. (pg. 31).
En Agonía compartida de Ronald Calle Córdova, el trance de la culpa brota con total humanidad sobre el bochorno de una ciudad que se embadurna con el caos y el sufrimiento. Ronald sobrelleva la congoja entre su piel y su pensamiento como una experiencia que se esparce en el significado de cada poema.
El orbe está sudando su estío en mi frente
y su hijo sufre aquí en mi espacio,
le han clavado una daga en su costado:
Duéleme. (pg.26)
¿Ves cómo se edifica el polvo?
las gotas caen y a ella vuelven,
vuelven siempre unidos: el hombre,
su sed y su lluvia. (pg. 37)
En Heterónimos frente al espejo de César Augusto Boyd Brenis; por lo visto, tiene la coexistencia de las palabras para elaborar un transcurso reflexivo en cada poema. El manejo de la interacción del verso y la prosa tiene un brío que se aleja de una postal para sugerir todo deseo que desvanece muchas veces en la nada; una especie de afirmación–negación de la poesía que es sonido, que es palabra y que vuelve a ser vacío nuevamente entre sus sílabas.
/La luz en las alturas absorbe a cada noctámbulo
como una esperanza, / (pg. 50).
/-y en la poesía solo hay luz para mentes alejadas de la Tierra, aparte de eso, sólo hay nada: el dolor en la nada es transparente. La nada es menos común que la realidad, es más firme que el mito y las mentiras, …/ (pg. 56).
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