Cascahuesos Editores anuncia que ya se encuentra en prensa la publicación de uno de los libros de poesía fundamentales de la segunda mitad del siglo XX del país. Se trata de la re-edición de Del verano inculto del poeta peruano Vladimir Herrera, una de las voces cumbres de la última poesía peruana, y de quien ya hemos re-editado su primer libro, fundamental para entender la poesía de los 70: Mate de cedrón (Arequipa, Cascahuesos Editores, 2009).
De una extraordinaria poesía, este libro apareció por primera vez en Valencia - España en 1980 y le sirvió al autor para obtener una beca del Instituto Nacional de Bellas Artes de México, sin embargo, el libro no circuló en el circuito nacional, de allí nuestro interés por re-editarlo y darlo a conocer en el medio local.
Acerca del autor:
Vladimir Herrera nació en Lampa - Puno, en 1950. Tras la publicación de su primer libro Mate de cedrón (1974), se trasladó a Europa y vivió en Lisboa, Roma y París hasta recalar en Barcelona, donde fundó la editorial Auqui con una imprenta artesanal adjunta en donde publicó a poetas latinoamericanos y españoles. Fue director de las revistas Trafalgar Square y Celos; y en 1980 obtuvo una beca del Instituto Nacional de Bellas Artes de México y durante un año trabajó en un taller de poesía junto a Tamara Kamenszain y Alberto Blanco. Ha publicado los libros de poesía Del verano inculto (Valencia: 1980), Pobre poesía peruana (Barcelona: 1989), Almanaque (Barcelona: 1990), Kiosko de Malaquita (Barcelona: 1993) y Poemas incorregibles (Barcelona, Tusquets editores, 2000). Sin duda, es considerado como «una de las voces más originales de la poesía hispanoamericana contemporánea».
Sobre su obra:
De una extraordinaria poesía, este libro apareció por primera vez en Valencia - España en 1980 y le sirvió al autor para obtener una beca del Instituto Nacional de Bellas Artes de México, sin embargo, el libro no circuló en el circuito nacional, de allí nuestro interés por re-editarlo y darlo a conocer en el medio local.
Acerca del autor:
Vladimir Herrera nació en Lampa - Puno, en 1950. Tras la publicación de su primer libro Mate de cedrón (1974), se trasladó a Europa y vivió en Lisboa, Roma y París hasta recalar en Barcelona, donde fundó la editorial Auqui con una imprenta artesanal adjunta en donde publicó a poetas latinoamericanos y españoles. Fue director de las revistas Trafalgar Square y Celos; y en 1980 obtuvo una beca del Instituto Nacional de Bellas Artes de México y durante un año trabajó en un taller de poesía junto a Tamara Kamenszain y Alberto Blanco. Ha publicado los libros de poesía Del verano inculto (Valencia: 1980), Pobre poesía peruana (Barcelona: 1989), Almanaque (Barcelona: 1990), Kiosko de Malaquita (Barcelona: 1993) y Poemas incorregibles (Barcelona, Tusquets editores, 2000). Sin duda, es considerado como «una de las voces más originales de la poesía hispanoamericana contemporánea».
Sobre su obra:
El poeta Pedro Granados apunta en su ensayo “De lo neobarroco en el Perú”: «Las consecuencias teóricas de esta poética son múltiples. Nomás quisiéramos advertir al lector que la poesía de Vladimir Herrera, tan densamente barroca, es —por aquella paradoja— de vocación al mismo tiempo profundamente antibarroca y, en consecuencia también, resueltamente antiliteraria. Esto se debe a que la poesía de Herrera, especialmente desde estos años —una vez superada su inicial ligazón con las estéticas predominantes a principios de los años 70 en el Perú—, está creativamente entroncada con la de su compatriota Martín Adán. Es decir, ambos poetas peruanos, con su más y su menos, comparten el mismo esquema de influencias o herencias culturales, como explica muy bien Roberto Paoli al referirse al autor de Diario de poeta: “las dos líneas posbaudelarianas, la que une Rimbaud con el surrealismo y la que de Mallarmé desciende hasta Valéry y Guillén, conviven en la poesía de Martín Adán, que hereda, de la primera, el irracionalismo, la disolución del sentido, la aventura de la palabra en lo desconocido o en el subconsciente […], mientras deriva de la segunda la compostura musical, métrica, la forma cerrada, la elegancia intelectual de las opciones léxicas”. Discreta, aunque también ambos contundentemente humoristas, los Poemas incorregibles aluden finalmente a un tipo de conducta: dadaísta, inconforme, díscola o comprometida; o mejor deberíamos decir: y comprometida, lúcida del mundo que a uno le ha tocado vivir».
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