HAZZEL YEN es, sin duda, una de las voces jóvenes más destacadas en el ámbito de la poesía mexicana actual. Nació en el estado de Durango en 1987, ha publicado el poemario “Músicas Rotas” (2010) y tiene varios trabajos inéditos. Dotada de una increíble sensibilidad, está vinculada muy profusamente con las letras peruanas desde hace más de un año, al ser miembro e ideóloga del Grupo Literario SIGNOS de la región Lambayeque.
Conversamos con Hazzel sobre sus inicios literarios, sus inquietudes estéticas y también sobre la problemática de la literatura en los tiempos en que la imaginación, la creatividad y el arte parecen haber perdido piso y están siendo reemplazados por actividades consumistas que poco humanizan, que dividen al hombre y que van demoliendo, progresivamente, los cimientos morales de nuestra sociedad.
–Hemos leído en tu biografía que escribes desde muy niña, ¿cómo así te atrajo la poesía tan precozmente?
–Bueno, sucedió que yo era una niña muy retraída, algo tímida, pero siempre, desde que recuerdo, sentí la necesidad de expresarme. Aún me gusta observar el mundo. Entonces, tuve la suerte de que mi padre tuviera una colección de libros. Mis padres trabajaban todo el día. No había más entretenimiento para mí en las tardes que leer esos libros, me atraían mucho. Comencé con la lectura de “El Principito”, de Saint-Exupéry.
–¿Eso quiere decir que eres muy selectiva en tus lecturas?
–Sí, soy selectiva, pero hay que leer de todo. Me gusta mucho leer a los poetas franceses porque creo que la poesía necesita otro sacudimiento igual al que le dio Rimbaud. Un día, después de un accidente que tuve, encontré en un libro un poema de José Tablada y me inspiró. Escribí mi primer poema a la luna, y cada vez se volvió más necesario para mí escribir.
–Nos parece muy interesante el orden que llevas para desarrollar temas tan complejos. Tu trabajo, además de copioso, es inclusive muy planificado. ¿Qué haces antes de empezar a escribir?
–Siempre estoy observando el mundo. Para mí estar aquí es un aprendizaje, tengo muchas ideas que resultan de mis observaciones, muchas imágenes que se van acumulando. Tengo entonces mucho material, pero es hasta que tomo la pluma cuando puedo convertirlo en palabras.
–¿Cómo ves el panorama actual de la literatura en México, en Latinoamérica y en el resto del mundo? ¿Crees que aún la literatura es una posibilidad, en estos tiempos?
–Esa pregunta es muy buena y muy importante. Ha rondado en mi mente todos estos días. Veo cómo las palabras poesía y poeta han perdido sentido, como todo nuestro sistema de lenguaje. No hay interrogación, no hay crítica, nadie pregunta el porqué de las cosas que existen. Parecen autómatas, conformistas. Como no hay crítica, es muy fácil que si un “poeta” gana un premio se le ponga en la cumbre, pero no se debate sobre su poesía, importa más su persona. La literatura nunca se va a extinguir, porque el hombre necesita de la palabra. Queremos comunicar lo que somos a otros hombres, no queremos que nuestra existencia se consuma sin haber dejado huella. Queremos ser eternos y, de alguna manera, intuimos que retratarnos sobre el papel nos hace eternos. Queremos saber que nuestra estancia aquí al menos dejó algo a otros hombres. No, la literatura no va a morir, se va a renovar. No sólo la literatura, todo a la vez: los sistemas, el hombre, todos lo intuimos. Sólo hay que ser visionarios, y estar a la altura para poder captar y plasmar lo que ya es evidente. Creo que no basta con denunciar nuestra decadencia, debemos aportar algo.
–¿Qué hacer para que la poesía pueda ser valorada en su real magnitud?
–Solo hay que creer en la poesia. Necesitamos proponer, ser más humanos, dejar el ego y amar. Necesitamos poesía que llegue hasta la posteridad. Hacer poesía no es ganar premios, no es pelear por las formas clásicas o no clásicas, no es ser académico o haber leído a todos los poetas; ser poeta es redefinir el amor, el amor por todo y creo que en nuestras sociedades sólo se busca acumular riquezas materiales. Somos pobres interiormente, porque no amamos al hombre. Para poder hacer verdadera poesía, necesitamos amar al hombre.
–¿Cuál tendría que ser el rol actual de los creadores?
–Los creadores somos muy pasivos, esperamos a que el gobierno nos dé y seguimos el camino habitual. Creo que la literatura hoy, como en todos los tiempos, necesita personas que quieran innovar; aunque se diga que ya no hay nada que innovar, la búsqueda debe ser permanente, la emoción nunca morir, y el entusiasmo por crear debe propiciar debates, foros, y todo lo que sea tierra fértil por si hay alguna semilla lista para germinar.
Conversamos con Hazzel sobre sus inicios literarios, sus inquietudes estéticas y también sobre la problemática de la literatura en los tiempos en que la imaginación, la creatividad y el arte parecen haber perdido piso y están siendo reemplazados por actividades consumistas que poco humanizan, que dividen al hombre y que van demoliendo, progresivamente, los cimientos morales de nuestra sociedad.
–Hemos leído en tu biografía que escribes desde muy niña, ¿cómo así te atrajo la poesía tan precozmente?
–Bueno, sucedió que yo era una niña muy retraída, algo tímida, pero siempre, desde que recuerdo, sentí la necesidad de expresarme. Aún me gusta observar el mundo. Entonces, tuve la suerte de que mi padre tuviera una colección de libros. Mis padres trabajaban todo el día. No había más entretenimiento para mí en las tardes que leer esos libros, me atraían mucho. Comencé con la lectura de “El Principito”, de Saint-Exupéry.
–¿Eso quiere decir que eres muy selectiva en tus lecturas?
–Sí, soy selectiva, pero hay que leer de todo. Me gusta mucho leer a los poetas franceses porque creo que la poesía necesita otro sacudimiento igual al que le dio Rimbaud. Un día, después de un accidente que tuve, encontré en un libro un poema de José Tablada y me inspiró. Escribí mi primer poema a la luna, y cada vez se volvió más necesario para mí escribir.
–Nos parece muy interesante el orden que llevas para desarrollar temas tan complejos. Tu trabajo, además de copioso, es inclusive muy planificado. ¿Qué haces antes de empezar a escribir?
–Siempre estoy observando el mundo. Para mí estar aquí es un aprendizaje, tengo muchas ideas que resultan de mis observaciones, muchas imágenes que se van acumulando. Tengo entonces mucho material, pero es hasta que tomo la pluma cuando puedo convertirlo en palabras.
–¿Cómo ves el panorama actual de la literatura en México, en Latinoamérica y en el resto del mundo? ¿Crees que aún la literatura es una posibilidad, en estos tiempos?
–Esa pregunta es muy buena y muy importante. Ha rondado en mi mente todos estos días. Veo cómo las palabras poesía y poeta han perdido sentido, como todo nuestro sistema de lenguaje. No hay interrogación, no hay crítica, nadie pregunta el porqué de las cosas que existen. Parecen autómatas, conformistas. Como no hay crítica, es muy fácil que si un “poeta” gana un premio se le ponga en la cumbre, pero no se debate sobre su poesía, importa más su persona. La literatura nunca se va a extinguir, porque el hombre necesita de la palabra. Queremos comunicar lo que somos a otros hombres, no queremos que nuestra existencia se consuma sin haber dejado huella. Queremos ser eternos y, de alguna manera, intuimos que retratarnos sobre el papel nos hace eternos. Queremos saber que nuestra estancia aquí al menos dejó algo a otros hombres. No, la literatura no va a morir, se va a renovar. No sólo la literatura, todo a la vez: los sistemas, el hombre, todos lo intuimos. Sólo hay que ser visionarios, y estar a la altura para poder captar y plasmar lo que ya es evidente. Creo que no basta con denunciar nuestra decadencia, debemos aportar algo.
–¿Qué hacer para que la poesía pueda ser valorada en su real magnitud?
–Solo hay que creer en la poesia. Necesitamos proponer, ser más humanos, dejar el ego y amar. Necesitamos poesía que llegue hasta la posteridad. Hacer poesía no es ganar premios, no es pelear por las formas clásicas o no clásicas, no es ser académico o haber leído a todos los poetas; ser poeta es redefinir el amor, el amor por todo y creo que en nuestras sociedades sólo se busca acumular riquezas materiales. Somos pobres interiormente, porque no amamos al hombre. Para poder hacer verdadera poesía, necesitamos amar al hombre.
–¿Cuál tendría que ser el rol actual de los creadores?
–Los creadores somos muy pasivos, esperamos a que el gobierno nos dé y seguimos el camino habitual. Creo que la literatura hoy, como en todos los tiempos, necesita personas que quieran innovar; aunque se diga que ya no hay nada que innovar, la búsqueda debe ser permanente, la emoción nunca morir, y el entusiasmo por crear debe propiciar debates, foros, y todo lo que sea tierra fértil por si hay alguna semilla lista para germinar.
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